«Hoy no tenía pensado publicar pero me he visto en la obligación de hacerlo. No es que me sienta en la obligación de hacerlo, no, sino que me gusta pasarme por aquí y contarte cosas sobre las redes sociales. Así que, aunque me estés leyendo en pantuflas y tumbado en el sofá, hoy vengo para contarte cómo ha sido mi fin de semana de tres días y compartir contigo una reflexión a la que hace días que le doy vueltas.

«¿Nos hemos vuelto locos o qué? Si es que ahora no vamos al retrete que ya lo estamos anunciando a boca tendida» le decía el otro día Paqui, la del bus, a su compañera de trayecto. ¿Cuántas veces habrás escuchado esta frase y si no es esta, alguna de muy igualita en boca de una tal Paqui, Pepi o Pepito? No sé tú, pero yo unas cuantas. Y, oye, yo que me dedico las 24 horas del día a las redes sociales, nunca he anunciado cuando me viene un apretón. Lo que sí me gusta es ir captando pequeños momentos de mi vida, o compartir una foto que me ayude a expresar lo que me ha pasado durante el día.

Hoy quiero hablarte de esa «terribilitis» que le entra a cierta gente cuando otros publican selfies en instagram o comparten en su estado de Facebook lo que han comido. Quiero reivindicar el derecho a contar a los demás lo que hacemos, vamos, una versión 2.0 de lo que antes era bajarse la silla a la calle al oscurecer y contarle a todo el vecindario el último lío del panadero con la pescadera. ¿No es lo mismo, amigo mío? Al fin y al cabo tampoco hemos cambiado tanto.

El ser humano por naturaleza siente la necesidad de comunicarse con los demás y ahora tenemos la oportunidad de hacerlo in situ, así que, ¿por qué no hacerlo? Es empatía con los demás, hacerles partícipes de nuestros gustos e intereses. ¿Por qué esperar al lunes a primera hora de la mañana para contarles a tus colegas lo que has hecho el fin de semana, cuando puedes contárselo en el mismo momento y de forma creativa a través de una fotografía o un texto bonito?

Como siempre hay puntos a favor y en contra. ¿Los vemos?

A favor:

  • Para los más tímidos las redes sociales han sido como el gordo de Navidad. Nos hemos dejado atraer por ellas de tal forma que, parece que ya que nos nos acordemos de cuando nos poníamos rojos como tomates cada vez que abríamos la boquita.

En contra:

  • Evidentemente no vamos a contarlo TODO en las redes sociales. Hay mucho pesado suelto por ahí que se cree con el derecho de hacernos saber cada cuándo le toca hacerse las cejas o la de veces que su perro ha decidido agacharse. Todo en la justa medida, señores.

Si soy una marca, ¿qué publico?

Si fueses mi cliente te diría que contaras lo mismo que contarías en tu perfil privado. No me mal interpretes, no te estoy diciendo que publiques el plato de pasta que has devorado a la hora de la comida. No. Te diría que encontrases equilibrio entre contenido de información/márqueting para vender tu producto y el contenido de branding, el que te ayudará a crear marca, que quien te siga sienta identificada tu marca con unos valores.

Y ahora al lío, lo que estabas esperando desde la primera línea del post: quieres saberlo todo, todito sobre mi fin de semana, ¿eh? Pues mira, para empezar te diré que ha sido de desconexión y de coger fuerzas para encarar la recta final del año. Entre naturaleza, risas y la mejor de las compañías. Pero como ha dado mucho de sí, si te parece ve preparando la silla para bajarla a la calle y espérame ahí, que el miércoles que viene te lo cuento todo sobre mi fin de semana, si tú quieres, claro está 😉 Que tengas muy buen día festivo y te espero el próximo miércoles. Mismo sitio, misma hora.

Eso sí, si quieres ser el primero en verme el flequillo, suscríbete al blog en la cajita que encontrarás justo a tu derecha.

¡Nos vemos pronto!