Como te decía el martes, he pasado 3 semanas de apagón total para refrescar la mente, coger un poco de tono en la piel y cargar baterías hasta los topes. Y en estos días he aprendido muchas e interesantes cosas que quiero compartir aquí.

Tres semanas de apagón total dan para mucho y, desde ya voy a confesar que ha habido días que me hubiera gustado pillar Instagram por banda y empezar a cotillear timeline arriba y timeline abajo, pero aún así, no he echado de menos las notificaciones, ni el publicar y he aprendido que hay un montón de cosas que nos perdemos por el simple hecho de querer sacar una foto. Y aquí van unas cuantas de esas cosillas del día a día que me ha gustado hacer:

  • tener más tiempo para escuchar a los demás
  • que la vida pasa y no es necesario capturar cada segundo
  • beberme un mojito fresquito y recién hecho porque no se me ha calentado mientras intentaba hacer la foto
  • prestar más atención a las cosas que realmente importan
  • ahorrar espacio en el iCloud
  • tomarme un té sin que se enfriara
  • mirar una película y estar 100% atenta…

Las redes sociales nos dan muchísimo, pero también nos absorben demasiado. Este post de Bea de Con Botas de Agua me ha hecho reflexionar sobre ello muchísimo. Estar durante unos días en el pueblo me ha ayudado a ver que a veces es necesario desconectar, que no hace falta tener vacaciones para parar. No pasará nada si no se contesta un comentario, un mensaje o si no se publica la foto de la paella recién hecha que nos traen a la mesa. ¿No crees?

Nos vemos la semana que viene!