Ojalá no tuviera que escribir un post como el de hoy. Ojalá el 17 de agosto de este año no hubiese existido nunca. Ojalá pudiera decir que no tengo miedo. Ojalá no se hubiera convertido en normal hablar de ataque terrorista. Ojalá no…

Hoy quiero hablar de cómo actuar con las redes sociales en situaciones de crisis como la que vivimos el 17 de agosto en Barcelona, o como en los atentados de París, o como en los de Suecia o Bélgica. Por desgracia a cada nuevo atentado aprendemos más y mejor a valorar la información, a ser un poco más expertos en cómo dominar la situación, a decidir qué, cuándo y cómo lo compartimos. El de hoy es un post sobre lo que he aprendido en el último año sobre redes sociales y situaciones de crisis, que por desgracia ya son unas cuantas.

El 17 de agosto de 2017 nos ha enseñado que ya no todo vale: no vale compartir las imágenes de las víctimas en redes sociales, no vale difundir información que no proviene de fuentes oficiales, no vale tuitear por tuitear. También hemos aprendido que gracias a ellas y a las opciones que nos ofrecen podemos informar a nuestros familiares de si estamos bien o necesitamos ayuda para no colapsar las líneas, a compartir gifs y fotos anti miedo para respetar a las víctimas, a sus familiares y amigos, a ser de gran ayuda para la policía grabar detalles de lo ocurrido como la matrícula de la furgoneta o la identidad de los terroristas.

El 17 de agosto y todos los atentados enseñan a las marcas también a comportarse de una determinada forma ante estas situaciones. A activar un protocolo de actuación en estos casos o bien a seguir lo que el corazón nos dicte a las personas encargadas de gestionar las redes sociales. Aquí siempre entra en juego el mismo dilema que por muchos ataques que viva siempre me planteo: ¿la razón o el corazón? El seguir publicando o el dejar de publicar. El publicar en negro o el publicar una imagen de la ciudad en la que han pasado los hechos. El expresar los sentimientos como marca o como personas. El actuar de una forma o de otra en función de la cercanía o la lejanía. Es difícil, no os lo negaré. Y por mucho protocolo que tengamos establecido siempre surgen las dudas, porque en casos como este, siempre el corazón gana a la razón.

Nos leemos en el próximo post.